miércoles, 5 de septiembre de 2018

RUSIA, TULA Y EL SAMOVAR.


Este artículo hace referencia a Tula, y no es precisamente Hidalgo ¿Alguna vez han escuchado hablar sobre el samovar?

Veintidós millones de kilómetros cuadrados, del Báltico al mar Negro y de la frontera con Polonia al Océano Pacífico, cruzando once de los veinticuatro husos horarios del mundo. siete veces más grande que la India, tres veces más grande que los Estados Unidos de América y sesenta veces más grande que el Japón. Sí, nos trasladaremos a Rusia.

Tula es la capital internacional del samovar y se ubica aproximadamente a dos horas de Moscú.

"La dueña se instaló ante el samovar y se quitó los guantes. Los invitados, tomando sus sillas con ayuda de los discretos lacayos, se dispusieron en dos grupos: uno al lado de la dueña, junto al samovar; otro en un lugar distinto del salón, junto a la bella esposa de un embajador" ¿lo recuerdan? Sí, el buen León Tolstoi.


En esta tradicional ciudad rusa pueden probar el sbiten, una bebida a base de hierbas, especias y miel. Esta es elaborada en el "sbitennik" (aparato precursor del samovar). El sbiten fue tradicional entre los rusos hacia el siglo XVI. Claro, antes de que en el centro de rusia explotara la fiebre del té. La historia cuenta que llegó desde China en el siglo XVII. Sin embargo, probablemente la semilla fue plantada durante las constantes invasiones mongolas que dominaron buena parte de Rusia por 400 años. Desde entonces, los rusos adoptarían esta infusión de camelia sinensis como propia, e idearon el samovar -ese tan atractivo recipiente metálico en forma de cafetera alta, con una chimenea interior y un pequeño hornillo-. 

El costo,  lo que tu billetera indique; pues estos van desde los más modestos, a unos 170 dólares, hasta los más esquicitos, entre ellos el Imperial el cual alcanza un valor de casi 10 mil dólares. Los materiales, todos; cerámica, latón, cobre, plata y oro. Aquí, la imaginación pone los límites.



¿Con qué disfrutarlo?
Un buen té preparado con el amigo samovar se puede acompañar en cualquier punto de las manecillas del reloj. A la mañana, con crema o leche, pan de centeno y mantequilla; después del almuerzo, con un acompañamiento dulce; en la merienda, con pan blanco o masas; y después de cenar, solo. Los rusos beben té a toda hora, y si bien en la actualidad hay maneras más rápidas de prepararlo, nada mejor que disfrutarlo en torno a un samovar, que tras la cena suele ocupar el centro de cada mesa, con los comensales reunidos en torno a él.
Se acerca el otoño y al la par del abanico de tonos cobrisos que ilumina el tísico pavimento, el frío comienza a acompañar nuestras tardes. Este es el momento indicado para descubrir este placer. Estar sentado alrededor de un samovar humeante, con un tibio té entre las manos, es un ritual que abriga cuerpo y alma; entibia el corazón y calienta la esperanza.

Si ya tienes un samovar, úsalo. Si no, adquiere uno. Preparar las infusiones en él es una experiencia incomparable: alivia el espíritu y reconforta el cuerpo.

Su amigo, Sommelier ALEXGuerra.

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